Cuando era pequeña, esta chica a la que le ocurrió la historia y su hermano, dos años menor, solían quedarse solos en su casonael hombre del bosque familiar mientras sus padres trabajaban. Vivían en el campo, en una casa grande, y uno de esos días decidieron salir a jugar fuera y terminaron paseando por el bosque, al norte del pueblo de donde vivían.

Un día ambos niños vieron a un hombre sentado en una piedra. En lugar de tener miedo, la curiosidad les hizo acercarse. Aquel hombre era un anciano que vestía una túnica larga y blanca, igual que su larga barba, que le llegaba hasta el pecho. El hombre les vio y les hizo un ademán para que se acercaran. Los niños, confiados, se acercaron al extraño, y curiosamente se sintieron muy a gusto desde el primer momento, como si transmitiera su propia paz.
Sin hablar, el anciano con pinta de profeta, alzó las manos y con gesto de preocupación las posó sobre la frente del pequeño, el hermano menor (de seis años). Cerró los ojos y murmuró algo que ninguno de los dos niños pudo entender. Después se alejó de los niños y desapareció en el bosque.
Al día siguiente aquel hombre fue encontrado muerto por causas naturales bajo un árbol.