Nunca había creído en los espíritus hasta que, hace un par de meses, fui por la noche con mis amigos al cementerio. Al llegar, nos pusimos a jugar al escondite y me toco pagarla a mí. Cuando acabe de contar escuche un ruido en la zona de los nichos mas viejos y fui hacia allí­ esperando pillar a alguien. Pero no fue así. Al principio no veía nada, aunque poco a poco me fui acostumbrando a la oscuridad, y entonces le vi. Era un crío pequeño que parecía estar muy triste. Yo me quede muy sorprendido. ¿Que haci­a ese crío allí? Antes de que pudiera decir algo, el crío se desvaneció en el aire. No me había asustado más en toda mi vida. Casi nadie me creyó, pero yo estoy convencido de que aquello fue real. Lo peor fue, que pocos días después, buscando información, leí que veinticinco años antes, y esa misma noche, un niño había muerto en el cementerio en extrañas circunstancias.